Inconclusa...
III.
“Sí eso es lo que piensas, a la chingada, quédate con tu estúpida banda”, dije y me levanté furioso. Éste no era uno de mis clásicos berrinches. Ésta vez me había llegado lo que me dijiste pinche Mono. Me caló, pero no era algo que un par de caguamas más no me hubiera hecho olvidar. Pero hoy no. Hoy había visto a mi madre romper en llanto frente a los platos sucios. Por culpa del cabrón de mi padre. Por culpa de la otra con la que la engañó. Por culpa de todos. Menos mía, de mi madre y mis hermanas. “A la chingada con todo”. No tenía por que andar soportando sus comentarios pendejos. Mejor me largaba, pero no sólo del ensayo. Me largaba de la pinche banda. Ni quién la quisiera. Para el desmadre que sonaba últimamente. Para la poca paga que recibíamos. Para el comino que me importaba la puta vida en ese momento. “A la reputa chingada con todo”.
Pero no lo pudiste dejar ahí. Tuviste que ir detrás de mí y provocarme. Hijo de la chingada. Una y otra vez me empujaste. Con Anaximandro tratando de calmarte. Ni se preocupo por decirme nada. Los tres sabíamos que no te iba a partir la madre. No valía la pena. No era contra ti que estaba enojado cabrón. Sin embargo, ahí estabas. Chingue y chingue y chingue. Ganas no me faltaron, pero como siempre, me quedé con las ganas. Mis puños sólo se interesaban por golpear tabiques, paredes y vidrios. Solo me gustaba lastimarme a mí. Encerrarme en mi estúpida burbuja y dejar a todos al margen. Déjenme en paz, déjenme solo en mi burbuja.
Unas cuadras después llegamos frente a mi casa. Te cerré el portón en la cara. No sé lo que sentiste. Sólo sé que te dolió. Quizá más que si te hubiera golpeado. Y eso no lo pensé hasta mucho después. En ese instante solo quería encerrarme en mi burbuja.
1 Comments:
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By Anónimo, at 5:15 p.m.
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